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Acabo de ver unas imágenes de un medio de comunicación francés, grabadas desde un helicóptero policial que sobrevuela la zona del fatídico accidente acontecido ayer, y una toma me ha hecho acordarme de esos COMPAÑEROS y COMPAÑERAS galos que hoy estarán trabajando en ese lugar, en esa cementerio al aire libre.
En ellas se ve un gendarme, posiblemente de los PGHM (la sección idéntica al GREIM, rescate en montaña) descendiendo sólo, por una ladera escarpada repleta de miles de trozos de fuselaje, equipajes y, aunque no se vea se intuye, restos orgánicos de lo que hasta ayer eran 150 seres humanos con sus ilusiones y esperanzas. Deteniéndose, mirando a sus lados, continuando su marcha como quien vaga sin rumbo fijo....
Quiero ponerme en la mente y sensibilidad de ese hombre, de ese COMPAÑERO, y de las sensaciones que tiene que estar padeciendo en ese momento y que de seguro, cuando regrese a su hogar finalizado el rescate y pase un día, una semana, un mes...no podrá olvidar y pasarán a formar parte de su vida.
Al resto de mortales no implicados en la catástrofe, este accidente quedará en el olvido y sólo volverá a nuestra mente cuando sea citado en la próxima desgracia aérea. Que inevitablemente sucederá en alguna parte del mundo y le tocará a otros Cuerpos Policiales. Pero para esa persona, ese POLICÍA, los recuerdos van a quedar grabados en su memoria mientras viva.
Quiero ponerme en la mente y sensibilidad de ese hombre, adivinar lo que pasa por su cabeza (momentos que quizás hayamos vivido alguno de nosotr@s), su cansancio por el esfuerzo físico de llegar al lugar, de moverse en ese medio tan hostíl como es la montaña......suponer lo que vé, lo que huele, lo que imagina que va a ver, su impotencia, lo que quisiera oir y es consciente que JAMÁS va a escuchar... El asfixiante silencio de la Muerte.
Un accidente aéreo como ese da lugar a escenas tremendamente desagradables. Si ya un percance de tráfico terrestre genera estampas para el horror y las velocidades no suelen exceder los 200 km/h, podéis imaginar que en un impacto como el de Los Alpes, con aeronaves que desarrollan velocidades de crucero muchísimo mayores...con una masa mucho mayor, la energía, las desaceleraciones que sufre la estructura y sus frágiles pasajeros tienen una virulencia exagerada.
Gracias a Dios sólo me ha tocado un accidente aéreo (en un área montañosa y con nula supervivencia del pasaje) y puedo comprender , y vaticinar, lo que esas personas intervinientes están seguramente sufriendo..y van a sufrir.
En catástrofes como la del Camping de Biescas (año 1996), hubo efectivos de la Guardia Civil, Militares, policías, personal de Emergencias general que debieron ser atendidos por crisis emocionales y muchos de ellos precisaron de atención psicológica posterior. En esta riada, que provocó 87 fallecidos, ví a gente llorar desconsolada tras hallar víctimas mortales. Llorar hoy, llorar mañana....llorar al mes siguiente...
A veces estamos pensando en tiroteos, en atentados, en delincuencia...pero nos olvidamos que somos la primera fuerza de vanguardia ante situaciones como esta. Que van a poner ante ti las imágenes más duras que un hombre puede soportar. Y que en algunos casos pueden implicar un golpe fulminante para el equilibrio psicológico de muchos compañeros.
Dirán algunos que esto va implícito en el sueldo. Pero también los boxeadores profesionales cobran por recibir puñetazos....e imagino los golpes les dolerán y las heridas les sangrarán igual que al resto de mortales aunque perciban dinero por ello.